Collares de perlas de mil vueltas, plumas, sombreros tipo cloche, turbantes brillantes, canotiers, flecos, flores, y todo tipo de adornos, suavizaban ese look que reivindicaba comodidad, sin perder la feminidad. Contrastes que aún hoy triunfan, y que yo adoro.
A mí esta época me tiene enamorada. No puedo resistirme a mirar todo lo que perteneció a esos años, y perderme entre toneladas de ropa y maletas antiguas durante horas, rebuscando para encontrar pequeños tesorillos.
Como bien aconsejé en otro post, fui al rastro el domingo pasado, a asaltar una pequeña tiendecita que descubrí la primera vez que estuve allí, y a rebuscar entre todo el lío de vestidos plagados de paillettes, sombreros, bolsos, zapatos, monederos y guantes. Me encantó, y estuve emocionada durante al menos media hora, con una amiga, abriendo sombrereras con una capa de polvo de años y cotilleando entre su contenido. La verdad es que había muchísimas cosas interesantes, aunque pocas que mereciesen la pena, pero aún así no pude resistirme a sacar fotos de alguna de esas maravillas, que mi amiga Florencia se probó pacientemente, y que no hacían mas que transportarme a una casa lujosa, en la que se estaba celebrando una fiesta de las de traje de noche y peinado impecable. Que pena no haber vivido aquella época!!
Qué ganas de ver qué sale de ahí!! :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar!